En el sendero del servicio, me comprometo a ser más grande que mis miedos, pues rendirse no figura en el diccionario de un verdadero Bark Ranger.

Entiendo que, cuantos más perros y Kahus compartan mi camino, mayor debe ser mi conocimiento. No es solo una tarea, sino una vocación que requiere expansión continua de mi mente y corazón.

Ser Bark Ranger es más que un título; es una actitud profunda que se basa en el amor incondicional. Amo a los perros con toda mi esencia, amo a la comunidad que se construye a través del cuidado y el respeto mutuo, amo a la naturaleza que me rodea y que protege a cada ser que en ella habita. Practico este amor con cada paso, en cada paseo en San Perro, y en cada encuentro.

Acumularé grandeza a través del aprendizaje constante con la mente abierta y el crecimiento personal con el corazón abierto. Porque sé que la verdadera excelencia se forja en el amor: amor por lo que hago, amor por quienes me rodean y amor por el mundo que nos da la oportunidad de servir.

Así, con amor como mi guía, avanzaré siempre, con la certeza de que para ser el mejor, solo se necesita amar profundamente.